martes, 22 de julio de 2008

Engualichado

Cuento infrarrealista cordobés- el que quiera entenderlo que lo entienda.

Por más que nos duela: la realidad es la que es. Eso no quiere decir que todo está perdido. Hay quiénes comienzan a darse cuenta que finalmente perderemos todos y por lo menos, buscan asesores genuinos.


Don Fraude recorría el Camino de Cornisa, día a día, con su mula a quien llamaba cariñosamente Estafa.
Eran los dos muy habilidosos para pisar firme sobre las piedras flojas y no caer a los precipicios tenebrosos que rodeaban el único camino que conducía al pueblo de Al Arelak.
Hombre y animal, siempre se cruzaban con Juan Poblete que venía a pie, en sentido contrario. Ambos se saludaban brevemente, con apuro: Buendía Don… Cómo te va querido…
Juan trabajaba en lo que podía para mantener a su familia, pero gracias a Dios, nunca había tenido que salir a buscar empleo, siempre lo llamaban para una y otra cosa, ya que era  cumplidor, capaz de hacer muchas tareas pequeñas para su parecer, pero de verdad bien hechas para hacer crecer a los suyos y por ende a su pueblo.
Cuando cruzaba la Piedra Colorada, Juan sentía que desde los abismos oscuros que dejaba a su paso Don Fraude, algo lo llamaba… Parecía un eco que rebotaba en las paredes de piedra, diciendo una palabra incomprensible…
Un día, Juan no pudo más de curiosidad y a pesar del peligro que suponía hacerlo, decidió bajar, sin hacer ruido, deslizándose entre las nieblas espesas que provenían del río.
Al llegar a sus orillas, apareció entre los vapores una construcción muy sólida que nunca había visto antes, de donde provenían los sonidos de diversas y agitadas conversaciones.
Entonces, espió con cautela por una ventana pequeñísima que estaba abierta. Ésta dejaba entrever y escuchar a un grupo que estaba reunido, discutiendo cosas importantes- por lo menos así le parecía a Juan. Algo se podía entender cuando hablaban más fuerte, pero no todo.
-“Veamos que motivos tenemos para proceder así -decía un tipo recio con apariencia de sabelotodo- el primero es que las estrategias no se pueden hacer públicas, porque son eso, estrategias. La segunda es que hay que saber con quien negociar…
-“La rendición de cuentas está dibujada y seguirá dibujada- decía otro.
-“Tenemos muchas razones para que así sea- decía un tercero. Hagamos un re-cuento para poner todo en claro por si los periodistas-decía alguno más, mientras Don Fraude- ay, para sorpresa de Juan- les servía café.
-“Si les decimos la verdad no entenderían.
-“Porque la verdad es muy complicada…
-“Para entender los movimientos institucionales hay que ser especialista en lo que sea: Administración Gubernamental, Educación, Solidaridad, y así…Los demás no entienden…y encima hay que explicarles…
-“Y siempre hay que acomodar las cargas, de eso se tratan los balances…
-“Las decisiones no se consultan porque siempre tienen que estar para ayer…
-“Los chismes al respecto siempre rodarán: algunos equivocados, otros verdaderos…para qué tomarse el trabajo de aclarar, a río revuelto… ganancia de…nosotros.
-“A veces se puede decir la verdad sin decirla…-dijo un pelado con cara de cansado.
Juan pensaba: ¿qué tipo de verdad será esa? De dinero se trata, de eso estoy seguro, pero ¿de cuál? me parece que del mío y de mis vecinos, porque esos señores son los que elegimos nosotros para ordenarnos el pueblo, para gobernarnos.
Me gustaría ver que los dineros van para dónde dicen.
Pero, en una de esas tienen sus razones y a lo mejor con tanto subsidio jugando a las escondidas, que está y no está, tantas deudas y problemas que soportan nuestros esforzados gobernantes…
Juan quería entender, sin embargo el descreimiento lo iba invadiendo a medida que se daba cuenta del asunto.
Escuchó el chirrido de una puerta y vio que Don Fraude salía hacia el camino donde lo esperaba su fiel compañera de cornisa.
Silenciosamente ascendió él también y alcanzó la senda, con tanta pena que ahora le parecía más estrecha todavía.
Caminaba preocupado por lo que había escuchado, sabiendo cuán al margen de la verdad quedaban los que hacían crecer al país como él lo hacía, con sus pequeños  trabajos. ¿Qué ganaba un ciudadano común con pedir una rendición de cuentas?
Fue entonces, cuando al ver la espalda de Don Fraude a unos escasos metros, se dio cuenta que ahora iban los dos en el mismo sentido.
Entonces, atragantado por el susto, se dijo: ni bien llegue, la consulto a mi mujer, algún remedio ha de existir para este maleficio.

(Cualquier parecido con la realidad no es pura casualidad)