sábado, 15 de noviembre de 2008

El objeto imaginado del amor









Es septiembre. Ya pasaron unos días del equinoccio.
El auto corre por el asfaltado perfecto de la ruta serrana que va hacia el noroeste, mimetizado por el color y la velocidad.
Se nota el viento cuando hace bailar los pétalos ambarinos sobre el camino liso. Se mueven todo el tiempo como mariposas, pero se parecen más a cardúmenes de pequeñísimos peces blancos que vienen y van, cambiando de dirección bruscamente, siempre sobre el asfalto pulido.
Ella mira su perfil sensual, sus canas blancas y brillantes y admira todo lo que es pero no le perdona lo que no es. Puro esfuerzo y voluntad para tantas cosas…
Él le dice: mirá los aromitos ingurgitados de verde - y ella piensa que su hombre tiene un valor agregado, también es poeta.
Mientras tanto, él no se anima con una idea: cómo le hago entender que las cosas no son como ella imagina .


Ella sigue admirando el color de sus ojos al mirarla, la fuerza de su cuerpo incansable, exigido, maltratado por tanto trabajo y desvelo, por tantas responsabilidades juntas…
Y se dice: hasta la muerte a su lado, pidiéndole a la muerte que les dé una tregua larga. Ella quiere algún día poseerlo y amarlo con exclusividad, no entiende compartirlo con nadie y sabe que esta falta de entendimiento la amarga y la seca por dentro. Es una idea fija. ¿Cuándo será para ella sola? Este pensamiento le da vueltas, la perturba desde que lo conoció y a través de los años se ha vuelto una obsesión continua. Por este motivo, este momento de tenerlo encerrado, solo para ella por unas cuantas horas, atendiendo su charla, la hace totalmente feliz.


Él no sabe de su obsesión, no entiende las tristezas, los desencuentros; él es de todos y de nadie. Ella no entiende de heridas que no cicatrizan en los espíritus frágiles.
Él baja las defensas en el diálogo y se entrega nuevamente. Otra vez no sabe si ha perdido o ha ganado.


El auto, como un animal mítico, mitad máquina mitad ellos, se desliza a velocidades no permitidas por el sentido común, a través de las extrañas formaciones rocosas donde los cardones expectantes los observan de pie.
Y mientras se dirige hacia el noroeste, va dejando la huella de la vida en el camino.

jueves, 6 de noviembre de 2008

SMS PELIGROSO

(. .))))))))))))))))))))(. .)


La semana pasada estuve enferma- me contaba Pilar-y fue una semana dura, agotadora.
Estaba en cama, afónica totalmente, con fiebre, destruida por quién sabe qué virus.
El celular no dejaba de sonar. Yo no quería saber nada del trabajo. Miraba sin querer mirar la pantalla y era mi jefe… ¡qué desastre! insistía, insistía.
Dada la circunstancia que su esposa estaba por tener familia y él recurría a mí, por ser madre de familia numerosa para sacarse las incertidumbres, decidí rendirme al maldito aparato.
Me parecía poco gentil, al final de todo, no atender a mi autoridad laboral.
Manoteé el aparatejo.
Le expliqué mi tardanza en atender, por supuesto utilizando mensaje de texto, con la mente nublada por la fiebre… Tecleé: “Estoy en cama y sin vos”, y lo envíe.
¡Tonta ortografía que siempre me hace quedar mal, desgraciado aparato que no hay forma de volver atrás una vez enviado el MSM! Por más que tocara todos los comandos en un intento desesperado por deshacer lo hecho, no había forma.
¡Me quería morir! En un rapto de desesperación hubiera querido arrojarlo (al celu) por la ventana. Se salvó porque tengo vidrios fijos.
Efectivamente, el jefe tenía innumerables dificultades con el acontecimiento familiar, pero no rechazó, por las dudas, lo que parecía una inminente declaración de amor, como hacen todos los hombres que por lo general, no se pueden negar a una evidencia ni desaprovecharla.
Contestó rápidamente: Habrás querido decir sin voz, porque si viese esto mi señora…que diría…
¿Y qué hiciste? Le pregunté, frenando el ataque de risa.
Pilar me contestó como pudo, en forma entrecortada, porque la risa había empezado a crecer desmesuradamente en ella también, diciendo: abrevié la respuesta y con la gripe pesándome siete veces más….después de borrar todos los mensajes ….por las dudas…. me sumergí entre las sábanas tapándome toda ….para ocultar la vergüenza que me iba subiendo hacia la cara …sin piedad…
Conclusión:
Recordando otros episodios de consecuencias desastrosas que otro día les contaré, puedo asegurar que en ciertas ocasiones, los celulares pueden ser elementos muy peligrosos para las interrelaciones humanas.