viernes, 26 de diciembre de 2008

La casa tomada y Quino


Iluminada por el blanco de las paredes encaladas, hacía un esfuerzo por imaginarme en algún lugar diferente y me aliviaba pensarme flotando en el espacio, rodeada de estrellas, en cómoda posición fetal.
Sentirme flotando, dulce sensación, tal vez, de volver al vientre de la madre.
La esperanza de no haber nacido todavía.
La posibilidad de comenzar todo de nuevo.
Sentía mi cuerpo debilitado, aplanado, pegado, consustanciado con la cama.
En realidad, sólo me quedaba aliento para sostener algún libro liviano de pequeño formato.
Leí muchos libros en ese entonces…
Sábato, Cortazar, García Marquez y tantos otros me acompañaron en esos momentos de indefinición, de tiempo suspendido en un largo presente de futuros desconocidos, improbables y oscuros.
De todos los escritores que me acompañaban en ese letargo estival sólo uno me daba recreo y me dibujaba la sonrisa en la cara, ese era Quino con Mafalda y sus amigos.
Desde entonces, Joaquín Salvador Lavado, Quino, fue mi ángel de la guarda.

2 comentarios:

hjg dijo...

Me encantó, yo amo Mafalda.

Te he dejado algo en mi blog.
Un beso, feliz navidad :D

Bea Candiani dijo...

Gracias floro, paso urgente a ver que hay.
Felices fiestas!!