jueves, 22 de marzo de 2012

LAS SONRISAS, OLVIDADAS

Solo un ser irresponsable o poco lúcido puede caminar por estos lados con una sonrisa en la cara.
En la calle, en el supermercado, en el banco,... nos ponemos obligadamente la máscara de la seriedad, de la preocupación
No se puede andar feliz por la calle.
Solo tienen permiso los niños y  algunos adolescentes
Hasta las modelos y los modelos deben sacarse las caras de no me pasa nada y lucir una expresión de infelicidad y contratiempo sobre las pasarelas y en las sesiones de fotos.
Varias veces al día los medios se encargan de contribuir a la construcción de estas máscaras defensivas.
A veces me digo que no voy a escuchar ni ver ningún noticiero, pero después se hace necesario para saber qué máscara, de todas esas tristes y amargas, me pondré hoy.

Y de tanto usarlas se nos va perdiendo la alegría.


TEMPLOS NUEVOS: SALA DE MUSCULACIÓN



Armonía desde el primer peldaño de la escalera.
En el perchero, una bolsa invisible donde dejar los problemas.
Cada uno ocupándose de hacer bien lo suyo y alguien que se ocupa de todos en general y en particular.
Los individuos concentrados en el esfuerzo llegan a su propio encuentro.
Todos los músculos se estiran y contraen y se vuelven a estirar  a través de diversas ceremonias y aparatos.
El movimiento, la fuerza, la quietud.
Una música que potencia los ritmos. En las pantallas, imágenes de atletas, deportistas...nada que altere la atención.Tampoco las vestimentas pueden alterar la paz : deben ser armónicas y simples, geométricas siempre.
El entrenador atiende a sus gimnastas con dedicación y sutileza. Aquí lo único que se vence es a sí mismo.
Y aprovecha para dar ejemplo.
La temperatura es la mejor posible y se puede observar la naturaleza agreste tras los grandes vidrios o el agua azul del natatorio de la planta baja, lleno de luz natural y paisaje, donde atletas acuáticos o gente común se mueven en silencio casi absoluto, para los que observan desde arriba.

Puede ser el único sitio, en esta circunstancia histórica, donde se puede encontrar la paz y el mayor bienestar posible de nuestra cáscara física y de su tierno interior espiritual.
Un paraíso dentro de lo convulsionado, lejos del ruido vano del tránsito, oculto a los ojos de los que no son capaces de descubrir sus virtudes: un templo sin religión.


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