domingo, 24 de febrero de 2013

Ambientes de la casa: la cocina





Cuando pienso en una cocina, todavía queda en mí un pensamiento residual y ancestral de fogón, de cosa rústica, de cerámica, madera y también de hierro.
Cuando veo los diseños de ambientes para cocinar que están de moda, me parece estar observando quirófanos resplandecientes de metal.
Adivino quiénes fueron los primeros en inventar este estilo… ¿hombres asépticos? ¿Hombres maniáticos del orden…?  Mmm…juraría que mujeres no fueron.
Adivino los conceptos que les dieron origen, por ejemplo:
  •          Que no parezca que estoy en la cocina
  •         Que  parezca que estoy en… ¿dónde? ¿En  un no lugar? ¿En la recepción de un hotel? ¿En el living?
  • ·       Hagamos de cuenta que no estoy cocinando, esto no es una heladera, esto no es un mueble de cocina.

Luego pienso que entre los hombres comunes y corrientes hay varios tipos de cocineros: aquellos que usan el doble de utensilios que nosotras para hacer la misma comida y los otros que comerían sobre un papel con tal de no ensuciar nada y que por esa misma razón, toman de la botella, meten el dedo en el tarro de dulce, y toman bocaditos de todo lo que encuentran usando la función prensil de los dedos, que nos distingue de algunos monos. Bueno, estos no fueron los inventores del estilo en cuestión.
Dentro de los excesivamente ordenados están los que no cocinan por no desordenar. Abren los paquetes con la precisión de un bisturí y los cierran casi herméticos con varias cerraduras de refuerzo. Usan el mismo jarro para hacer cualquier cosa y lo lavan y lo vuelven a lavar. Son amantes de las picadas porque así se hace menos lío.
Y ni que hablar de los que desaparecen cuando es el momento de lavar los platos, ya que  para esta tipología de especímenes masculinos es una especie de tiempo peligroso para su hombría. Por eso el “andá a lavar los platos” es el insulto más usado cuando las mujeres que van al volante cometen algún pequeño error por las calles.
Bueno, esto parece fuera de época, pero hete aquí que algunas de nosotras todavía no gozamos del beneficio de un lavaplatos automático. Así de desparejo está el mundo. Por qué será que nos resistimos a la compra de este artefacto, ¿todavía no es imprescindible? O será por eso del contacto con el agua al que se refería una amiga mía que cuando estaba muy estresada se iba a lavar alguna ropita a mano y santo remedio…Aunque para esto hay una ley que funciona muy bien y que se aplica en mi casa:" el que cocina, no lava"
En fin…volviendo al tema, que estas cocinas de diseño minimalista suelen no usarse casi nada, como sucede en muchas casas de country donde sus habitantes no tienen tiempo de cocinar y recurren en forma permanente al delivery.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Bea, gracias por ponerte en contacto con nosotras. Todo suma. Un saludo.
Mirta Eberhardt www.querespondaelviento.com.ar