Cuando pienso en una cocina, todavía queda en mí un
pensamiento residual y ancestral de fogón, de cosa rústica, de cerámica, madera
y también de hierro.
Cuando veo los diseños de ambientes para cocinar que están
de moda, me parece estar observando quirófanos resplandecientes de metal.
Adivino quiénes fueron los primeros en inventar este estilo…
¿hombres asépticos? ¿Hombres maniáticos
del orden…? Mmm…juraría que mujeres no
fueron.
Adivino los conceptos que les dieron origen, por ejemplo:
- Que no parezca que estoy en la cocina
- Que parezca que estoy en… ¿dónde? ¿En un no lugar? ¿En la recepción de un hotel? ¿En el living?
- · Hagamos de cuenta que no estoy cocinando, esto no es una heladera, esto no es un mueble de cocina.
Luego pienso que entre
los hombres comunes y corrientes hay varios tipos de cocineros: aquellos que
usan el doble de utensilios que nosotras para hacer la misma comida y los otros
que comerían sobre un papel con tal de no ensuciar nada y que por esa misma
razón, toman de la botella, meten el dedo en el tarro de dulce, y toman
bocaditos de todo lo que encuentran usando la función prensil de los dedos, que
nos distingue de algunos monos. Bueno, estos no fueron los inventores del
estilo en cuestión.
Dentro de los
excesivamente ordenados están los que no cocinan por no desordenar. Abren los
paquetes con la precisión de un bisturí y los cierran casi herméticos con
varias cerraduras de refuerzo. Usan el mismo jarro para hacer cualquier cosa y
lo lavan y lo vuelven a lavar. Son amantes de las picadas porque así se hace
menos lío.
Y ni que hablar de los
que desaparecen cuando es el momento de lavar los platos, ya que para esta tipología de especímenes masculinos es
una especie de tiempo peligroso para su hombría. Por eso el “andá a lavar los
platos” es el insulto más usado cuando las mujeres que van al volante cometen
algún pequeño error por las calles.
Bueno, esto parece
fuera de época, pero hete aquí que algunas de nosotras todavía no gozamos del
beneficio de un lavaplatos automático. Así de desparejo está el mundo. Por qué
será que nos resistimos a la compra de este artefacto, ¿todavía no es
imprescindible? O será por eso del contacto con el agua al que se refería una
amiga mía que cuando estaba muy estresada se iba a lavar alguna ropita a mano y
santo remedio…Aunque para esto hay una ley que funciona muy bien y que se
aplica en mi casa:" el que cocina, no lava"
En fin…volviendo al
tema, que estas cocinas de diseño minimalista suelen no usarse casi nada, como
sucede en muchas casas de country donde sus habitantes no tienen tiempo de
cocinar y recurren en forma permanente al delivery.
1 comentario:
Bea, gracias por ponerte en contacto con nosotras. Todo suma. Un saludo.
Mirta Eberhardt www.querespondaelviento.com.ar
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