Flaco, tímido y
callado, fue el menor de una familia numerosa que siempre pasaba inadvertido.
Solía jugar solo, y apartarse completamente de los demás. Sus mejores amigos eran los
gatos y los perros con quienes se llevaba muy bien. Con los demás era casi
inexpresivo.
Morocho y finito, pero proporcionado. La nariz un poco aguileña y el
pelo abundante y duro, hacían que tuviera una belleza rara que coincidía con
sus modales delicados y su vestimenta
siempre perfecta.
Augusto creció sin dar trabajo a sus padres, siendo
obediente y respetuoso con sus mayores, tragándose las bromas pesadas y las burlas de sus compañeros por ser tan
diferente a los demás y en cuanto terminó el bachillerato, se fue a estudiar la
carrera que consideró más apropiada para contribuir al bienestar de la
sociedad, donde más lejos pudo ...y donde
siguió siendo tan solitario y tan amigo de los gatos y de los perros como
siempre.-
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